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Exámenes

1993 era un año decisivo para todos aquellos que ilusamente viviamos con la idea de que ese iba a ser el último año de preparatoria.


Después de pasar por el 4to. grado, llegar dando traspies al 5to. arrastrando dos materias y al 6to. y final con solo una materia en el historial académico con NA, la seguridad de que saldriamos sin ningún problema y que daríamos el salto hacia la Unviersidad, se respiraba en todos lados, o por lo menos, en los lados donde yo me juntaba. La Preparataria No. 5, esa ubicada sobre la Calz. del Hueso, allá por lo rumbos de Villa Coapa, tuvo a bien acogernos dentro de sus aulas durante los peligrosos años de la adolescencia. Esta etapa donde todas y cada una de las cosas que pasaban por nuestras vidas, tenían en su inicio, desarrollo, punto de éxtasis y culminación, una enorme facilidad para ocurrir; todo pasaba así de facil, sin reflexión alguna de por medio, sin análisis, sin que estas fueran pensadas dos veces como quizás debió ser. Insisto: todo era facil, o mejor dicho, todo lo veíamos de esa forma. Afortunadamente no para todos fué así: a algunos, la madurez los atacó sin piedad durante esa etapa y la recompensa ante tal sufrimiento, siempre fue la mejor, al menos, por lo que me pude dar cuenta. Pero para los que aún no nos devastaba ese ataque, la misma adolescencia nos dejó llevar por donde se le antojó y fué asi, como en uno de esos arrebatos, ocurrió lo que a continuación les voy a relatar.

Patricia, mujer de pequeña estatura y ojos pispiretos, formaba parte del grupo de amigos en el cual me juntaba desde que el viaje preparatoriano había comenzado; su marcado interés por las artes, contrastaba con el poco ingles que en ese momento manejaba, al grado de parecer que por cada obra que ella nos detallaba, un verbo regular en ingles salía de su cabeza. La máxima en aquel entonces era ayuda y deja ayudar y en ese momento su necesidad de poder aprobar el exámen extraordinario que en teoría iba a presentar, era su máxima urgencia. Su servidor, hombre honesto y de buen corazón, con tal de bajar la angustía de su compañera, le ofreció presentar por ella el exámen; si bien, al momento no pensé bien que le estaba ofreciendo, la idea me sonaba de lo más simple, osease, en la onda enchilame esta.


Mi buena amiga, dias antes de presentar la prueba, me comentó con sus ojos llenos de emoción, que sí había aprobado el exámen final de la materia en cuestión y que por lo tanto, la necesidad de hacer la trampa ya no existía. Por alguna extraña razón, las pláticas que en teoría eran de dos, siempre terminaba siendo de tres, de cuatro, de más personas pues, y dicho ofrecimiento llegó a los oidos de otro buen amigo de nombre Indalecio.


Indalecio era un tipo bonachón entrado en algunos años más que nosotros; sus epocas de adolescente precoz ya habían pasado y la la madurez había permeado en ciertos aspectos de su vida. Tambien amante de las artes, se encontraba en le mismo dilema por el que Patricia pasaba en esos días, por lo cual, al ver que la trampa no se haría en nombre de nuestra buena amiga, pidió el favor para si mismo, toda vez que él, si de plano tenía los dos pies en el área de extraordinarios de esa materia.



El compromiso se creó, el plan se elaboró y solo esperamos el momento para la ejecución. La divertida e inolvidable ejecución. Recuerdo perfectamente que días antes, como que le empecé a perder un poco de seriedad al asunto, por mi mente pasaban cosas como ¿a poco si lo voy a hacer?, mismas que un día antes con la llamada suplicante de Indalecio, se borraban. En fín, se trataba de ayudar a un amigo, de darle un empujón al cuate que había estado conmigo incondicionalmente durante esos tres años, con todas esas pedas al hombro juntos, las veces que se vomitaba de ebrio y lo teniamos que acompañar a su casa, incluyendo aquella ocasión cuando se durmió en pleno periférico en su renault V8, según el, haciendo los cambios dormido mientras otro manejaba el volante. Si si, habíamos vivido muchas cosas juntos, inclusive hasta habiamos estudiado algunos materias con algo de dedicación, o mejor dicho, hasta que a alguien se le ocurría llevar algún pomo por ahí de las 8:30 de la mañana de los lunes, que era el día preferido para empezar el maratón de cotorreo semanal.



En fin, recuerdo que un día antes, me dediqué a modificar la credencial con la cual se iba a certificar la identidad de la persona que iba a presentar el exámen, del burro pues; para mi mala suerte, ni el vapor, ni la plancha caliente, ni nada de lo que me recomendaron servía para poder abrir la mentada credencial, y con ello, poder colocar mi foto en la credencial de Indalecio. El porque me ofrecí a hacer este pequño pero importantisimo detalles era porque según yo, no había ningún pedo, yo lo podía hacer cagado de la risa, si si pinche credenciales, eran tan corrientes que con cualquiera de los métodos que me recomendaron se abriría como ostión. No funciónó. Este sin duda fué el momento de angustia inicial. Ok, dije, de seguro algo se nos va a a ocurrir para salvar el momento. Recuerdo haberme ido a ver la telenovela de moda, que si no me equivoco era Muchachitas, y después del respectivo taco de ojo y una cena medianamente copiosa me fuí a dormir sin ningún problema, aunque con esa pequeña picazón en la cabeza que me imagino, era alguna forma en que la madurez se empezaba a manifestar. En fin.



El día llegó, sino me equivoco el exámen era a las 11 de la mañana y para esto, habia quedado de verme con Indalecio por ahí de las 10 de la mañana para ultimar los detalles del fraude que iba a cometer. La mera verdad para esos momentos, como que me empezaba a caer el viente de lo que iba a hacer, pero al mismo tiempo la excitación por atreverme a violar la ley, ya me había envuelto. El asunto de la credencial ya no tenía remedio: iba a utilizar directamente la suya si es que me la requirieran como eventualmente pasó.

Pues ahí me tienen.

Para esto, los exámenes extraordinarios cuando era mucha la gente, solian hacerlos en el auditorio de la escuela. En esta ocasión, a pesar del titipuchal de burros a examinar, decidieron hacerlo en los pequeños salones-laboratorio que estaban dedicados para el mejor aprendizaje del idioma, otra de los muchos proyectos que nomas no funcionaron en nuestra escuela, por lo menos, cuando a nosotros nos toco conocerlos estos ya no funcionaban. Ok, pero el problema principal aqui era que obviamente al hacerse en un lugar pequeño, todo cae en los planos íntimos, en los cercanos, en esos donde la vigilancia es mucho más estrecha, la mirada entre alumno y maestro no pasa de los 5 metros y por lo tanto la posibilidad de ser atrapado es mucho mayor. Tengo que decirles que en este momento, ahora si empecé a sudar en serio por todas las coyunturas y articulaciones de mi cuerpo, supongo inclusive que los ácidos que se iban mezclados en el sudor de mi cabeza, fueron los originarios de mi calvicie de hoy en día.


Recuerdo que una vez dentro del salón, me habrá tocado en la que sería la columna 3 de 4 y la fila 2 de 4 del salón aproximadamente, osea ni lejos ni cerca del maestro que en ese momento le había tocado llevar a buen puerto la examinación. Era un chaparrillo bastante cotorrón, de esos de camisa chemise lacoste, zapatos top siders y pantalón de mezclilla deslavada. Empezó a nombrar a los alumnos que se encontraban en ese salón y de conformidad a su lista que revisaba contra la credencial que uno le proporcionaba, te entregaba tu hojita de resultados y tu cuadernillo con las preguntas. Puta madre, en este momento definitivamente ya estaba que me cagaba del susto, le imploraba todos los santos en lo que que aún creía que no me fuera cachar al momento de pasar. Un compañero que se encontraba a mi lado, fue el último al que le consulté ahi muy discretamente si ese guey de la credencial y yo nos pareciamos; haciendo un poco de análisis de ese momento, yo creo que el tipo al ver mi cara de angustia, mis ojos hundidos y mi mano temblorosa, atino a decirme "si ". Acto seguido, el maestro nombró a Indalecio, y haciendo un acto de valor, me levanté de mi asiento, camine quizas 6 ó 7 pasos hasta llegar al escritorio donde al entregar mi credencial, el maestro revisó minuciosamente que el nombre y No. de cuenta coincidieran con la lista. No saben que ganas me daban de que le diera una torticolis que evitara el movimiento de su cabeza para poder ver la foto contra mi cara; afortunadamente no fué necesario, el primer obstáculo ya estaba superado y al momento de entregarme los pertrechos necesarios para hacer el exámen, el color regresó a mi cuerpo.

Sobre el exámen pues no hay mucho que platicar; opción múltiple, llenar alveolos, firmar y ya está. Más o menos después de 1 hora ya había terminado todo el exámen, pero no quería ser el primero en salir, así que esperé a que abandonaran el salón unos cuantos compañeros, hasta que por fín se me ocurrió que ya era momento de entregar el mio y largarme. Recuerdo que para esto, el maestro se había parado en la puerta medio vigilando el salón, un poco el pasillo y distrayéndose en general del tedio que provocaba estar checando una evento de esos. Sinceramente no creí que de nueva cuenta fuera a revisar el exámen, y claro, como lo había estado haciendo afuera no me pude dar cuenta de lo que estaba ocurriendo, así que al momento de entregar mi exámen muy amablemente me solicitaron la credencial de nuevamente. Verde, ahoras si ya valio madre ¡¡¡ (pensé)... A huevo que me iba a ver, así francos de pie los dos, con la credencial de nueva cuenta en la mano segurito me cae. El sudor de nueva cuenta empezó a correr por mi cuerpo, aunque en menor medida la verdad, quizás confiado en que ocurriría igual que la otra vez. Recuerdo ver como observaba la credencial contra mi exámen, asegurandose que el No. de cuenta coincidiera con el marcado en la hoja de resultados. Recuerdo que alzó dos o tres veces la mirada y hasta eso, se veía buena onda el gesto, algo asi como "pobre guey, se ve re mensito, mirenle la cara de angustia, segurito va a acabar de gritón en un micro". Me regresó la credencial como si nada, inclusive recuerdo que tuvimos una pequeña plática en relación al exámen y su dificultad de la cual no tengo los detalles en mi mente, lo que si recuerdo es que le di las gracias, caminé normal y al dar la vuelta por el pasillo, empecé a correr con esa angustiosa libertad que en ese momento sufría, algo así como lo que los niño-panboleros de corazón experimentabamos cuando rompiamos un vidrio y nos echabamos a correr con el balón bajo el brazo (ja ja ja esa tambien es otra historia que algún día contaré). La velocidad que llevaba, aunado a que en esos días era gran consumidor de tenis converse, provocaba un sonido bastante peculiar por los desérticos pasillos del edificio "B" de la Prepa 5. La verdad yo ya iba muy emocionado por el logro obtenido y al ver a mi cuate Indalecio con su novia Cayetana en la explanada esperando por mi persona, no pude más que acercarme con mi sonrisota y confirmarles que todo había estado bien, que ya la habíamos librado a lo que aparte de darme un abrazo, me estiró un billete de 100 pesos, mismos que no acepté, primero porque lucía bastante bien para mi imagen de buena disposición a las causas nolbre y justas y en segundo lugar por guey.... la verdad si le hubiera aceptado la lana. En fin.


Mi amigo Indalecio salió de la Prepa ese año y si, si "pasó" el exámen con S, pero bueno, ya la calificación era lo de menos, el se apuró con otra materias y acabó saliendo ese año de la Prepa, donde por cierto, yo me quedé todavía otra añito más (maldita física como la odio¡¡¡).


Así pues, la historia pasó de esa forma y tengo que decirles que ahora que lo veo de lejos, la verdad si me aventé bastante con esa acción, de haberme caido con toda seguridad me hubieran expulsado de la UNAM, pero vale, esas cosas ni te pasan por la cabeza en aquellos días, lo disfruté bastante, aunque francamente no me atrevería a hacer una cosa de esas en mi vida otra vez. O quién sabe.

Espero le haya gustado el relato, ahi nos vidrios¡¡¡

P.D. Los personales usados en esta historia son 100% reales, solo cambie los nombres y una que otra cosilla pues para darle un poco de chaché al asunto, yo estoy seguro que si hubiera usado los verdaderos no hubiera ningún pedo pero bueno, era un lujito que me quería dar.

P.D. 2 Prometo poner un update con alguna foto de aquellos tiempos próximamente.