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Guarros con agenda

Viernes por la noche. Lluvia tenue.

Las llantas de mi auto ruedan por el desgastado (o "gastado" se permite su uso de igual forma) asfalto de las Avenidas Zaragoza, luego Viaducto, Tlalpan, así como otras callesillas a la altura de Portales por las cuales veredeamos con atino, con la firme intención de hacer tierra en la casa de nuestro anfitrión para el meeting "semestral" con el grupo de amigos de origen preparatoriano.

Unos pantalones levi's gastados, una playera del atlante y mis zapatos "remisescos", son el atuendo de esa noche, nada elegante, nada fino, como todos, casi todos los presentes. Una llamada en plena tertulia por parte de mi pequeña katy, me abstrae del mundo de chabacanería y desparpajo al cual nos integramos desde que se ingresa al departamento de nuestro anfitrión, ese que hoy en día ve realizado los sueños de adolescencia, sueños de independencia, de aislamiento, de farra eterna. Para bien o para mal así son las cosas y en ese momento su departamento era el receptáculo de nuestros ecos, de nuestros humores, de nuestros sudores, de nuestras humanidades, de todo aquello con lo que venimos conviviendo desde hace muchos años.

El lenguaje es básico para el entendimiento y las expresiones corporales ayudan; las palabras se desplazan por el departamento, las risas, el sonido de la televisión y de los videojuegos que esa noche fueron el eje de la diversión. No era una reunión peculiar, no una en donde se reúnen los amigos en circulo a platicar los últimos años de su vida -porque eso lo hicimos en diciembre pasado-, era una de desmadre, de mentadas, de albures, finos albures. El lenguaje vulgar fluye con facilidad, se acomodan de manera grandiosa esas palabrotas en nuestro vocabulario, es una especie de necesidad proyectada hacia el vació que queda en el departamento, rebotan en las paredes, se ubican en esos intersticios que hay entre las personas y llegan a nuestros oídos con plena aceptación en cuanto a su forma, en cuanto a su textura, en cuanto a la persona que las dice y las que las escucha. Somos unos guarros, lo reconocemos y lo aceptamos como tal, no importa si hoy manejamos una agenda, vestimos elegante, inclusive hablamos elegante; congregar a cierto número de personas con la sola idea de convivir y pasar un rato alegre, no es cosa fácil hoy en día, el trabajo, los hijos y los compromisos de diversa índole, complican la vida social; esa parte de la vida social que requiere ser presencial, establecerse de manera física en un espacio definido. Las redes sociales que proporciona el internet sin duda han permitido tender puentes fijos entre todos nosotros, cuestión que debemos agradecer, somos benditos agraciados por el desarrollo de la tecnología y sus productos baratos, escribir en este blog y en el facebook no nos cuesta nada afortunadamente.

La noche fue larga, o por lo menos a esa conclusión llegué cuando me di cuenta que eran las 3 de la mañana y ya estábamos en "petit comité" platicando sobre temas de borrachos, aunque curiosamente creo que nadie lo estaba. La ingesta de alcohol hoy en día es muy reducida, el licor si bien creo sigue costando lo mismo, ya no me atrae como antes, quizás porque ya no es necesario, quizás porque le temo al alcoholimetro, quizás por tantas otras cosas que en todo caso son justas y necesarias de considerar, aunque he de confesar que si extraño bastante la cuba eterna en mi mano acompañada de un buen cigarro. Hoy en día solo cigarro.

Se terminó para mi por ahí de las 3:30 a.m., ya en sábado; conduje rumbo a mi casa por las desérticas avenidas de la ciudad, y aún más abandonadas cuando un gran tramo se quedó sin iluminación, solo la oscuridad se hacia presente hacia los costados de mi auto. La luz de los faros me permitía distinguir los carriles por donde circulaba y afortunadamente, media hora después de mi salida, ya me encontraba abriendo el portón para guardar el carro; una botella de alcohol que me facilitó mi esposa con la intención de "limpiar" mi cuerpo de los humores de la calle antes de acostarme, era signo inequívoco de que la velada ya había terminado; ese olor tan característico del desinfectante me recordó por un momento la última -y única- cuba que me tomé en la noche, pero curiosamente, también me recordó aquella que hace más de 17 años me tomé con ellos por primera vez.

El sol del sábado por la mañana ya se hacia presente en las ventanas de mi vivienda, los recuerdos de los micrófonos en nuestras manos cantando a Pimpinela, Vanilla Ice, Alejandro Sanz, así como los controles varios de Wii, todavía tenían presencia etérea en mis mencionadas extremidades; las risas, las sonrisas, los abrazos calurosos, más que recordados son muy sentidos y se instalan permanentemente en los recovecos de nuestro corazón; se terminó una reunión más, pero estoy seguro que existiremos como grupo aún cuando nuestro cabello haya abandonado por completo nuestras cabezas, o cuando las panzas nos cuelguen más allá del inicio de nuestro pantalón, de eso no me cabe la menor duda. Que sea solo la suerte, la matrix, dios, el destino, -que se yo-, lo que acabé de separarnos por los distintos caminos de la vida, pero nunca, que eso sea motivado por el razonamiento de nuestras voluntades.

Diciembre está cerca, muy cerca, preparémonos entonces para la siguiente.

Ahi nos vidrios¡¡¡

P.D. Gracias Itzel y Martha -e hijos-, Ivan -y su brother Julian buena onda como siempre-, Miramontes, Ciro, Men, Gonx y desde luego al Pachita y sus cuates cábulas, por la tertulia de ese dia; también por los tacos, las pizzas y los tragos, la próxima va por nuestra cuenta Pachita. Aidee y Paola, lástima que no pudieron ir, se les extrañó bastante, ojalá para la "oxtra". Si me falta alguien perdón. O no mejor así.